BENEFICIOS
Usualmente, al seleccionar directores externos para sus empresas, los dueños piensan inmediatamente en las personas que conocen. Sin embargo, el asunto fundamental no es a quién conocemos, sino más bien a quién buscamos. Esta es la pregunta que verdaderamente se tienen que hacer los accionistas o socios y por eso, antes de comenzar a lanzar nombres sobre la mesa cuando se diseña el nuevo directorio de la compañía, lo que hay que hacer es pensar en el perfil buscado. Más allá de la edad, el género, estudios y características “demográficas” de los directores externos, la clave está en escoger personas que puedan ayudar a que la empresa consiga los objetivos estratégicos que se ha propuesto. Así, por ejemplo, si entre los objetivos a cinco años figuran penetrar mejor los canales de distribución nacionales, expandirse a dos países vecinos, y diversificarse hacia el área inmobiliaria, sería aconsejable que se pensara en un director externo con conocimientos y experiencia en distribución, otro con experiencia en negocios internacionales y un tercero con experiencia en temas inmobiliarios.
Como todo directorio, el de una empresa familiar es, por encima de todo, un equipo de trabajo y, por tanto, debemos velar porque tenga una buena dinámica de grupo. El número apropiado parece estar entre cinco y ocho miembros. Cuando hay menos de cinco, parece faltar “masa crítica”, y más de ocho pueden ser demasiados, salvo excepciones.
Jon Martínez
ESE Business School